viernes, 13 de julio de 2012

"Que se jodan" o apología del miedo


El factor clave es el miedo, señor@s.

Es el miedo el que os hace quedaros en casa deseando creer a la tele que os dice que no es todo tan malo como parece (el paro, más del 50% entre la juventud; la falta de representación democrática; la corrupción sistemática, manifiesta y públicamente desafiante).

Es el miedo el que hace que no salgáis a la calle a quejaros por lo que les va a pasar a vuestros hijos sin estudios y a vuestros padres ancianos sin salud pública ni pensiones, queriendo creer que no serviría de nada.

Cómoda ficción, la de creer que nada cambiará, que os permite no enfrentaros a la magnitud de vuestro problema.

Es el miedo con el que cuentan los políticos cuando  mienten, después afirman no haberlo hecho y, además, se burlan de ti, de tus hijos y de tus padres. Su "que se jodan" les delata en su prepotencia y confianza.

Es tu miedo el que te lleva a dejar pasivamente que lo poco que tenías te sea arrebatado dando carta blanca tanto a los corruptos y ladrones de guante blanco como a tu inconsciente desprecio por el valor de tu propia vida y la de tus seres queridos.

Pues bien, es el momento de hacer que el miedo sea también herramienta nuestra, no sólo suya.

Sal a la calle. Amenázalos. Haz que sientan miedo de verdad, por sus posesiones, por sus privilegios, por su vida (¿acaso la tuya no está en juego?).

Haz que sea creíble que ellos también se juegan algo en todo este asunto.

Las leyes no te darán la razón hasta que obligues a las leyes a representar de nuevo un ideal de justicia. Sé ilegal mientras la corrupción sea la norma.

¿Qué te van a hacer?

¿Ponerte una multa? ¿Otro impuesto?

Se acabó el tiempo en que el miedo sólo sirve a unos pocos. Hazlo trabajar a tu favor. Pon en marcha el terror: ya has podido comprobar por tu pasividad que el miedo tiene más efecto que el dinero, ¿no es así?

Actúa. Aterrorízalos. Haz que tengan pesadillas, y que sea con razón.

Y ya verás como dejarán de decir "que se jodan" tan confiadamente.


miércoles, 29 de junio de 2011

Tres razonamientos rápidos


Siendo trivial desde Keynes que la reducción del gasto público sólo conduce a profundizar las crisis económicas como esta nuestra ¿por qué se está exigiendo ¡y consiguiendo! que los estados recorten gasto público, fundamentalmente en salud y educación -aspectos clave para la competitividad futura que se dice pretender- y devuelvan sin cuestionamiento y a cualquier precio una deuda de la que una parte probablemente resulte odiosa?

Apunto rápidamente tres razonamientos, fragmentarios donde los haya, que pueden estar subyacentes en las decisiones que toman los agentes políticos, económicos y financieros mientras -al unísono- hacen público a través de los medios de comunicación el argumento de que sólo se puede salir de la crisis a través de recortes.

1) Cuanto más pobre sea la gente menos energía consumirá. En 2006 se llegó al cénit del petróleo. Esto significa que no sólo se acabará el petróleo sino que su preció crecerá muy rápidamente por la combinación de la menor oferta, mayor coste de extracción y mayor demanda global consecuencia del vertiginoso aumento de la población. Hay que recordar que el petróleo, además de emplearse como combustible, es la materia prima con que se producen plásticos, tejidos, fertilizantes industriales, pesticidas y herbicidas, necesarios para la producción alimentaria. Empobrecer a la población reducirá sus necesidades energéticas, alimentarias y de bienes de consumo y en consecuencia la demanda global de petróleo. 

Estimaciones de crecimiento de la población mundial según la ONU

¿Qué ocurriría en 40 años con una demanda de energía y derivados del petróleo correspondiente a casi el DOBLE de la población mundial respecto a la actual?

Estimación de la producción mundial de petróleo

¿Qué le puede ocurrir al precio del petróleo al combinar la gráfica de población (aproximación de demanda) y la gráfica de producción (oferta)?


2) Empobrecer a la población produce miseria, enfermedad y muerte. Es una forma de eugenesia que, en lugar de ser impulsada desde instancias políticas autocráticas para mejorar "la raza" como ocurrió -sin éxito- en el pasado, ocurrirá a través de una selección "natural" en el "mercado" para mejorar al homo economicus: el que logra dinero sobrevive al que no lo consigue.

Autor: keystricken

3) El poder es una droga. Al igual que ocurre con las drogas químicas y con otras adicciones lo que se consume no es, simplemente, una substancia que aporta un placer o que potencia un circuito neuronal vinculado a procesos de memoria y recompensa. Lo que el adicto obtiene de su droga es la sensación, por un instante más o menos duradero, con unos efectos secundarios más o menos lesivos, de que no existe la angustia de existir, ni el dolor, ni la muerte (todo eso, si acaso, lo tienen los otros). Y para el consumidor de poder su droga tiene la ventaja de que al contrario de lo que ocurre con la adicción al juego, que arruina, o con la adicción a la cocaína que genera daños cerebrales, el poder permite pagar la mejor medicina, cueste lo que cueste.

Autor foto: Shaul Hanuka


“El mirall de la veritat s’esmicolà en l’origen i cada fragment reflecteix una engruna d’autèntica llum” (Salvador Espriu)

viernes, 17 de junio de 2011

Respuesta al artículo del Señor Mas en La Vanguardia, 16 de junio 2011


(Artículo De la indignación a la indignidad en La Vanguardia, 16 de junio de 2011)

Señor Mas,

Argumenta usted en su artículo de la Vanguardia de ayer, día 16 de junio, y le cito, que "en democracia, las minorías no pueden imponer su voluntad a las mayorías". Según se entiende de su artículo pretende referirse a los eventos producidos ayer ante el Parlament. 

Sin embargo obvia que al menos una de las acciones violentas -y de las más violentas-, que ha causado una respuesta en forma de disparos por parte de los antidisturbios, ha sido llevada a cabo por personas de las que hay evidencia gráfica suficiente para, cuanto menos, generar una investigación en toda regla dentro del Cos de Mossos d'Esquadra. 

Sin embargo, no lo hará, ¿no es cierto?

Siguiendo con "las minorías que no pueden imponer su voluntad a las mayorías" ¿de qué minorías habla? ¿No se estará confundiendo con las minorías a las que no debe cuestionar jamás? Ya sabe lo que dicen algunos: no muerdas la mano de quien te da de comer. 

Porque si se estuviera confundiendo y resultara que hay otras minorías que deciden por usted y que están imponiendo su voluntad, lo que estaría ocurriendo es que siguiendo su propia definición no vivimos en democracia. 

Y si no vivimos en democracia cualquier acto subversivo pasa de ser perverso y reprobable como usted pretende, excusándose en cuánto costó ganar una democracia a día de hoy corrompida, a ser la expresión del deseo de una Ley verdaderamente Respetable e, incluso, Honorable.

Sin más que recordarle que se preste a releer a Hobbes, Locke o Montesquieu, y con la esperanza de que eso le de confianza en sí mismo para afrontar la decisión de a qué mano debe morder, le saluda afectuosamente.

Javier Sánchez.

(Respuesta enviada al buzón del Señor Mas en La Generalitat)


viernes, 28 de agosto de 2009

No era conductista, sólo me gustaba jugar...

  
Esto lo escribí hace cuatro años. En aquella época no era conductista, sólo me gustaba jugar a ser cínico.
 
"Algunas mujeres parecen ratones de laboratorio. Concretamente ratones de los que se emplean en experimentos de condicionamiento operante con cajas de Skinner. Estos experimentos sirven para estudiar cómo los animalillos aprenden a hacer cosas extrañas para obtener premios... Y también para estudiar cuánto tiempo tardan en dejar de hacerlas cuando los premios se han agotado.
 
Las cajas de Skinner son recintos con un mecanismo dispensador que ofrece un premio (normalmente comida) cuando el animal realiza cierta acción (como pulsar una palanca). Aunque existen varios tipos de mecanismos dispensadores me centraré solamente en los tres más importantes.

Mecanismos en las cajas de Skinner.

Mecanismo nº 1. Refuerzo continuo. Éste es el más simple. Consiste en que cada vez que el ratón aprieta la palanca el dispensador de comida le da una bolita. Se diría que es el mecanismo "feliz". ¿El ratón siente hambre? ¿Quizá gula? Pues le da a la palanquita y a hincharse de bolitas de queso. Un regalo del dios de los ratones. Y gratis. El ratón está en el paraíso.
 
Mecanismo nº 2. Refuerzo de razón fija. Éste también es bastante simple. El ratón obtiene comida no cada vez que aprieta la palanca sino sólo, digamos, cada cinco veces. Este es un mecanismo "feliz y digno". El ratón tiene que trabajar un poco para conseguir sus bolitas pero sabe la cantidad de esfuerzo necesaria para obtener su recompensa. Si en lugar de hambre lo que siente es gula, quizá no le valga la pena trabajar tanto y no engordará. El dios de los ratones ha creado un mundo para que puedan ser felices, pero sólo con su propio esfuerzo. El ratón está en un país protestante.

Mecanismo nº3. Refuerzo de razón variable. Éste mecanismo es el más complicado. El ratón tiene que pulsar la palanca varias veces antes de conseguir comida pero, a diferencia de lo que ocurre con el mencanismo nº 2, la bolita aparece tras un número aleatorio de pulsaciones: quizá la primera la obtiene con dos pulsaciones, para la segunda tiene que pulsar diez veces, en la tercera sólo una vez, en la cuarta, quince y así hasta que acaba el experimento. Este mecanismo es "sacrificado". El ratón tiene que trabajar para alimentarse pero no sabe cuánto. Unas veces casi desfallece del esfuerzo antes de lograrlo. Otras veces se entusiasma al conseguir algunas bolitas fácilmente. Pero en otras ocasiones el ratón se enfada y comienza una huelga. Cuando esto ocurre el hambre acaba retorciendo su tripa y, avergonzado, vuelve a someterse al procedimiento. Si entonces recibe una bolita fácil, lo agradece tanto que decide no volver a rebelarse jamás. El dios de los ratones ha creado un mundo para que demuestren con su esfuerzo y sacrificio que se han ganado el cielo. El ratón está en un pueblecito católico.
 
De todos modos lo más interesante no es cuánto esfuerzo depara el destino a los ratones en un tipo u otro de caja sino qué es lo que hacen cuando la caja no da bolitas.
 
Los ratones del paraíso siguen pulsando la palanca unas cuantas veces más y, al darse cuenta de que se ha acabado el alimento, lo dejan estar y se van de la caja.
 
Los ratones protestantes, acostumbrados a trabajar, lo intentan más veces que los acomodados ratones del paraíso. Sin embargo, al poco tiempo, también descubren que el surtidor se ha agotado y, por ser prácticos, dejan de intentarlo y también se marchan.
 
En cuanto a los ratones de moral católica... Acostumbrados como están a sudar cada bolita de comida que consiguen y a esperar que el esfuerzo, aunque tarde mucho, al final ofrecerá recompensa, no entienden qué pasa, por qué ya no reciben su premio. ¿Qué hemos hecho mal? - se preguntan -. Sólo tenemos que seguir esforzándonos. Y siguen, y siguen, y siguen... Al cabo de mucho tiempo, por fin, se dan cuenta que se ha acabado lo que se daba y se quedan tristes mirando la palanquita y dándole alguna patada ocasional "por si hay suerte". Pero no se van de la caja.
 
Pues bien. Hay mujeres en cajas de Skinner en las que el hombre controla el mecanismo dispensador.
Unas se encuentran en cajas paraíso. En éstas el dispensador ofrece una bolita de queso cada vez que lo pide. Entiéndase "bolita de queso" como una metáfora, por supuesto. Si, por algún motivo, se le acaban las bolitas (porque no le queda dinero para comprarlas, energía para construirlas o tiempo para prepararlas), la mujer primero reclama su ración pero, acostumbrada a las facilidades, enseguida abandona la caja. Cuando consigue de nuevo bolitas la ratoncita ya ha desaparecido.
 
Otras se encuentran en cajas protestantes. En éstas el dispensador se hace de rogar y no da sus bolitas inmediatamente: deja que la ratoncita trabaje un poco antes de conseguir una. Éstos disponen de más tiempo que los anteriores para conseguir bolitas cuando se les acaban. Sin embargo, si no lo logran a tiempo, la ratoncita también se va de la caja.
 
Y finalmente, algunas se encuentran en cajas de moral católica. En éstas el dispensador entrega las bolitas de forma aleatoria y, a menudo, sólo tras un largo esfuerzo de la ratoncita. En estas cajas aprenden a esforzarse. Sensibilizadas por la herencia destilada de una moral religiosa que ya ha preparado el terreno, descubren el valor del esfuerzo y el sacrificio. Los que usan este mecanismo consiguen mujeres entregadas, capaces de soportar largo tiempo sin bolitas y que, con sólo alguna entrega ocasional, renuevan la devoción que les ofrecen. En estas cajas no pasa nada cuando se acaban las bolitas: la ratoncita, aunque a regañadientes, se mantiene en la caja dignificada por el esfuerzo de la espera. Cree que su sacrificio la hace merecedora de la próxima bolita y está dispuesta a esforzarse un poco más para conseguirla. Al fin y al cabo, ¿qué ratoncita sensata abandona una caja que, con un pequeño esfuerzo más, le dará la bolita que le debe?
 
No es fácil que las mujeres que entran en esta dinámica salgan de ella. Cuando asimilan la vía del sacrificio y del esfuerzo para conseguir bolitas, infravaloran las que son fáciles de obtener. De no hacerlo, tendrían que admitir que se han estado equivocando durante mucho tiempo. Por un lado engañadas por hombres que siempre les debían una bolita más. Por otro lado engañadas por sí mismas cuando, sin darse cuenta, dignificaron el sacrificio y legitimaron su relación de dependencia."
 

lunes, 16 de febrero de 2009

A punto de caramelo

 
Diez días atrás hice una entrevista de trabajo. Asistí como candidato, por supuesto. ¿Alguien se imagina cuál fue el tema estrella? Que la crisis no existe. Que la crisis es de tanto hablar de ella. Eso sí, los nuevos proyectos están todos "a punto de caramelo" y "si salen todos nos faltará gente y habrá que correr [para contratar gente, se entiende]".
 
Lo gracioso es que esa no ha sido mi única entrevista. Ni esa la única empresa en que todos los proyectos nuevos llevan meses "a punto de caramelo".
 
Tanto azúcar quemado huele mal. ¿O es la caries?

domingo, 25 de enero de 2009

Pataleta hipotecaria

 
¿Por qué debería seguir pagando mi hipoteca ahora que el robo, el fraude y la incompetencia combinada de los agentes del sistema financiero global me ha dejado sin trabajo?
 
Unos financieros estadounidenses con el beneplácito del gobierno republicano se dedican a ganar dinero a mansalvas a través de la especulación en el mercado inmobiliario. Crean dinero insostenible y generan una burbuja inmobiliaria sustentada en una falacia financiera. Cuando pincha la burbuja, cae el sistema financiero global, con ello toda la liquidez y con ello la economía productiva real. El resultado es que mi empresa ve reducido su volumen de negocio y me despide.
 
Pues señores financieros, si me acerco les reviento los morros a puñetazos. Y del dinero de la hipoteca, por ladrones, no van a ver ni un euro. Hijos de puta. Globalícense los cojones, no la deuda tóxica.
 

Principio de incertidumbre


Hoy hace dos años, nueve meses y ocho días que escribí el último post en este blog. Desde entonces han cambiado muchas cosas: prácticamente he terminado de estudiar la licenciatura, he comenzado la formación en psicoanálisis y sigo interesado en el "poder".

Revisitando las entradas antiguas pienso que podían haber estado mejor escritas y que no valía la pena pelearse en comentarios. Confío tenerlo en cuenta para las próximas.

¿Qué viene a partir de ahora? No lo sé, pero me da igual. Seguramente algunos posts que escribí en aquella época y no llegué a publicar e, y-lógicamente, algunos textos nuevos, más o menos sujetos al principio de incertidumbre, ése que viene a decir que observar modifica aquello observado. Y añado: afortunadamente.