domingo, 26 de febrero de 2006

Divide y vencerás


Al principio de los tiempos La Empresa funcionaba sin ordenadores. En ella trabajaban multitud de personas que anotaban los pedidos en formularios autocopiativos, facturaban manualmente y contabilizaban sobre un libro de diario encuadernado.

Pasados unos años, La Empresa comenzó a utilizar los primeros ordenadores, herramienta con la que pudo realizar procesos más rápido, incluso más barato, que la competencia. Pero los ordenadores no funcionaban solos y se vio obligada a contratar Informáticos. Los procesos que automatizaron no fueron del núcleo duro del negocio sino procesos periféricos como la contabilidad. Sin embargo, a medida que pasó el tiempo, La Empresa se dio cuenta que Los Informáticos resolvían problemas muy bien y decidió hacerlos automatizar más procesos. Para ello La Empresa creó el Departamento de Informática y contrató a más Informáticos.

El tiempo continuó avanzando y el Departamento de Informática fue creciendo, desarrollando cada vez más y más software que automatizaba más y más procesos, incluso los del core. No todo fueron éxitos: hubo programas que nunca funcionaron, costes ocultos del desarrollo y mantenimientos difíciles de realizar. Pero parecía una asociación feliz: La Empresa optimizaba más y más sus procesos mientras Los Informáticos conseguían más y más influencia y poder.

La Empresa no se preocupaba por entender cómo Los Informáticos realizaban su magia para lograr que aquellas pantallas con caracteres verdes gestionaran el negocio tan bien. Tan sólo sentía admiración por aquellos brujos buenos. Sin embargo, llegó el momento en que las dos partes comenzaron a tener conciencia de sus posiciones: "¡Dios! ¡Cuánto saben Los Informáticos! ¡De qué manera controlan con sus mágicos y misteriosos programas nuestras arterias!" y La Empresa sintió miedo. "¡Fijaos, compañeros, cuánto poder tenemos! ¡Si paramos nuestros programas La Empresa dejaría de funcionar y no sabría como evitarlo!" y Los Informáticos se supieron poderosos.

Tras la toma de conciencia Los Informáticos conseguieron aumentar poder sobre Empresa accediendo a las posiciones más altas de su estructura jerárquica. Pero La Empresa, que sabía más por vieja que por empresa, trazó un astuto plan para recuperar el poder. Para ello conspiró con sus amigos, algunos de los cuales eran directores de los departamentos de informática, otros eran compañías externas de auditoría contable y otros proveedores de hardware. Les propuso un negocio: "Quitad el poder a Los Informáticos y os lo compraré a precio de oro". Rieron y bebieron. Habían descubierto el outsourcing. Para celebrarlo La Empresa rebautizó como "Tecnologías de la Información" a su temido Departamento de Informática.
"Toda guerra está basada en el engaño." Sun Tzu, El arte de la guerra.
Los amigos de La Empresa crearon nuevas compañías y líneas de negocio para ofrecer el servicio de "Consultoría en Tecnologías de la Información". Contrataron a todos Los Informáticos del antiguo Departamento de Informática y les ofrecieron un buen trato: ganar más dinero a cambio formar parte de una nueva y prometedora compañía en la que encontrarían grandes posibilidades de evolución profesional. Todo eran ventajas.

El cambio al principio fue sutil. Los informáticos siguieron trabajando en los mismos lugares y con los mismos compañeros. Sólo pequeñas diferencias en la nómina mostraban el cambio de situación: en el encabezado aparecía el nombre de La Consultora en lugar del de La Empresa. A pie de página el importe era mayor. ¿Qué podían tener aquello de malo? Los informáticos habían quemado los barcos. No había vuelta atrás.
"Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo, serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas." Sun Tzu. El arte de la guerra.
El tiempo de vacas gordas siguió su curso. Los informáticos ganaron más dinero, cambiaron multitud de veces de proyecto (e incluso de consultora) y sobrevivieron con éxito al efecto 2000 y a la adaptación al euro. Pero al mismo tiempo también ocurrieron otras cosas: los informáticos se dispersaron entre multitud de clientes, La Empresa comprobó que sus sistemas de información funcionaban por más que los informáticos iban y venían y La Consultora descubrió que los recién licenciados trabajaban infinidad de horas extra sin cobrar.

Con todo esto, cuando llegaron las vacas flacas y los informáticos quisieron afianzar sus posiciones se dieron cuenta de que ya no les quedaba poder para establecer condiciones. Estaban vendidos porque habían perdido toda la coordinación que antaño les hizo fuertes.

Divide y vencerás. Proverbio militar.
La Empresa y La Consultora habían ganado la batalla: Los informáticos, el enemigo, dispersos entre diferentes clientes, sin conocerse los unos a los otros y compitiendo entre sí por las migajas que caían del pastel, ya no generaban ningún miedo a los que se lo estaban comiendo.

4 comentarios:

Unknown dijo...

¡Interesante cuento!.
Hace años que no era dificil intuir que esto acabaría siendo así.

Todo comenzó cuando los informáticos empezaron a presumir del poder e influencia que habían adquirido y el poder corrompió a algunos, como siempre hace.

Pero el poder sólo mantiene su fuerza mientras no se ejerce, y algunos informáticos (curiosamente los menos inteligentes y habilidosos) comenzaron a ejercerlo y a vender su trabajo en forma de favores.

Desde ese momento el final estaba cantado. Ya sabes que el martillo siempre golpea sobre las cabezas de los clavos que sobresalen.

Anónimo dijo...

Gracias, Telémaco!

Estoy especialmente de acuerdo en tu paréntesis "los menos inteligentes y habilidosos"...

Da para sentirse estafado, ¿no? ¡Y pensar que de pequeñito creía que ser un buen profesional era la clave para tener éxito!

Saludos Telémaco!

Anónimo dijo...

Tienes toda la razon Telemaco

Anónimo dijo...

Unos buscamos ser el niño creador (como dijo Nietzsche) buscando una mejora positiva y otros buscan el aprovecharse el bien personal por encima de quien sea y sin vergüenza alguna...

O dicho de otra manera, en otro ambito, lo de Marbella no es mas de lo mismo?